viernes, febrero 02, 2007

Volver al pueblo

Todo esto sucedió cuando aún no había decidido que lo que más quería, en realidad, era retomar la enseñanza musical. Por esa época estaba más preocupado por terminar las construcciones en la casa, y mejorar la comunicación en mi familia. Toni no había terminado el colegio, y se estaba volviendo cada vez más extraño a nosotros. A veces nos observaba y se reía, y eso me hacía sentir como un viejo tonto.


A él no le gustaba vivir con sus abuelos.


Sus hermanas se habían quedado con las tías, en la ciudad, y siempre pensó que eso había sido injusto, pero que tampoco tenía muchas opciones, y por eso siempre tenía esa expresión mezcla de resignación e inconformidad. La ciudad para un chico debe ser emocionante, pero en cambio, con las tías, hubiera sido todo más extraño que con su abuela y conmigo. Al menos, nosotros lo dejábamos en paz.


Le habíamos prometido que le construiríamos un departamento en el piso de arriba, para cuando le tocara hacer la universidad, así no tendría que preocuparse por nosotros si llegaba tarde, o si quería simplemente estar solo. Siempre fue un chico considerado, entonces sé que evitaba decirnos que prefería irse a estudiar a algún otro lado que quedarse con nosotros. Pero alguna seguridad había que ofrecerle mientras tanto.


Los jueves, cuando tocábamos en la universidad, le pedía que me acompañara. Le decía que me llevara la guitarra, y nunca protestaba. Jamás le sugerí que aprendiera, pero una vez me preguntó si Jacobo le molestaría darle clases de saxofón.


Esa noche caminábamos de regreso a la casa. En el pueblo las cosas son así. A menos que tengas que salir de él, o que viajes con señoras, o que lleves algún cargamento delicado, vas a cualquier lado a pie. No es por motivos ecológicos, ni por ejercicio. Es simplemente, para poder saludar a la gente y enterarse de algún acontecimiento relevante. Es nuestro equivalente a tener un periódico, porque no tenemos ninguno. Como decía, esa noche Toni me acompañaba de regreso, llevando el estuche de la guitarra, y yo unos rollos de carne para su abuela, cuando vimos avanzar un auto lentamente. No dejamos de avanzar, pero sí fuimos más lento.


El conductor se detuvo al llegar a nuestra altura y bajó el vidrio. Era un hombre desconocido. Nos hizo una pregunta. Quería saber cómo llegar a la casa de los Subía, y si había algún lugar, una hostería o un hotel donde se pudiera quedar. Le dimos las indicaciones distraídamente, porque estábamos fijándonos más en él que en lo que decíamos. Total, solo había dos formas bastante sencillas de llegar a esa casa, y solo un lugar donde alojarse. El hombre nos dio las gracias, y siguió. Nosotros hicimos lo mismo.


Llegamos a la casa y tratamos de no hacer ruido para no despertar a la abuela. Ella no se molesta, pero a nosotros sí nos da pena inquietarla. Tiene el sueño muy ligero. Por eso no fue de extrañar que fuera ella quien, a la madrugada, me llamara, muy asustada.

- Está sonando la sirena.


No tuve que llamar a Toni porque se despertó con las voces que empezaron a llenar la calle, las calles, las casas, todas las casas. Apresurados nos vestimos y bajamos, para encontrar a Fernando Real abajo, con su perro Pascual, que volvía cabizbajo.


- Mataron al joven Subía. Que lo han apuñalado, llegando a su casa, hará ni una hora. Alguien que tenía auto. Se ha ido enseguida. Que no saben quién, que lo están siguiendo. Ojalá no se les vaya a escapar. La madre está mal, se ha desmayado.


Sentí que Toni estaba detrás mío. Sentí que me caía, y me sostuvo. Me di cuenta que era más alto que yo. Que era más fuerte de lo que hubiera pensado. También, que estaba nervioso. Pero en ese momento no me atreví a mirarlo.

Si hubo investigaciones, se hicieron por otro lado. No salí de mi casa ese día. Solo Aurora salió varias veces y estuvo trayendo noticias. No fui al velatorio, pero quizá Toni sí. No pude comprobarlo.



Todo esto me acuerdo, porque aconteció antes de que Aurora y yo nos viniéramos acá, para que yo pudiera dar clases, y Toni se quedara solo en la casa del pueblo, para estudiar veterinaria y terminar la construcción. Cuando volvamos, para las vacaciones del invierno, iremos a la misa de un año por Gabriel Subía. Toni me ha enviado el parte, pero nada más. Eso significa, supongo, que el caso está muy lejos de quedar resuelto. Pero que es tiempo de regresar. Cuando las cosas están por pasar, cuando un extraño te hace preguntas, y las respondes, hay poco que puedas hacer para evitarlo.

No hay comentarios.: