viernes, julio 14, 2006

vigía

Encuentro muy sospechoso que llegue justo ahora. ¿Qué estará tramando? Lo sigo, despacio, despacio, no dejemos que se dé cuenta. ¿Qué hace? Ah, busca un vaso. ¿Agua? Odia el agua. Algo pretende, lo sé. Ahora bebe. Lo sabía. de golpe, como si no quisiera sentir el sabor. Está fingiendo. Tramposo. Cree que no lo conozco. Sería mejor que no lo intentara.

Todos en esta casa creen que pueden escapar de mí. Pero sueñan. Yo, vigilo todos sus pasos. Sé dónde están. Lo que hacen. Puedo oír lo que piensan. Oh sí. Escucho caer como gotas cada idea, formar charcos, evaporarse.

Recoge un paquete. Se va. ¿A dónde? No trae las llaves. Sigue tratando de despistarme, pero no lo logrará. Regresa sin nada en las manos. Busca algo en ese rincón, mi rincón, ¡espera! No toques mi plato. Deja eso. Aléjate. Bien. Retrocede despacio. Te he visto. No creas que se me escapa nada. Soy el amo y señor de este lugar. Todos me temen. Me regreso a mi sofá, me estiro, me enrosco, me adormezco. Ya no hay más ruidos. Cierro los ojos, pero sigo alerta. Tengo que cuidar de todos ellos. Respiran, roncan, murmuran. Pero están seguros. En la mañana, alguno me acariciará la panza, y me harán homenajes, y me volveré pequeño y mimado. Pero solo durante el día.

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