miércoles, octubre 12, 2005

descuido

Una noche se me cayó una culpa debajo de la cama. Estaba tan cansada que decidí que ahí se quedaba hasta cuando hiciera limpieza. Ya no recuerdo exactamente hace cuánto fue, ni cómo llegó hasta allí. Generalmente soy muy ordenada con esas cosas.

Me imagino que habrá permanecido allí la bola de días, quietecita y abrumada, esperando el escobazo final en que acabaría su vida. A la semana habrá empezado a tener ideas. De cómo escapar. De dónde irse a vivir. De qué llenarse la tripa. Muerta de hambre, muertos los escrúpulos, le crecieron las uñas hasta que fue capaz de arrastrarse, de trepar hasta zambullirse en una almohada. Y hoy, justo hoy que ya me quedaba dormida, se lanza por el hueco de mi oído y me despierta con un grito.

No hay comentarios.: