miércoles, abril 12, 2006

Sí, oe

Y quién iba a decir que esa sería mi última palabra. Si lo llegaba a saber, si me daban tiempo, si alguien hubiera compadecido de mí como para darme una pistita, tendría como epitafio unas memorables últimas palabras. No sé, “no me lloréis, mi alma flotará en el infinito”, o “debí haber pagado ese seguro de vida”, “las llaves de la caja fuerte están en mi abrigo azul, el más viejo”, o “no quiero flores en el velorio porque atraen a las moscas”. Cualquier otra cosa. Pero no: “¿me dispararon, oe”?

¡Claro que te dispararon, idiota! Será por eso que ya estás bien muerto, y tus deudos mandaron a pintar en la tumba semejante tontería. El que debe estar riéndose a carcajada limpia ahora es el Matías, que siempre dijo que a ti tendrían que avisarte que te morías, o no te enterabas.

Bueno, ya estoy enterado. Voy a hacer lo posible para que me cambien esa vaina. Lo malo es que mi mujer como es media beata seguro que me manda cantar nosecuántas misas, quién sabe el tiempo que haya que esperar para que quiera saber si tuve otra cuenta bancaria, o tuve otros hijos, y empiece a contratar un médium, y entonces pueda volver a decirle la frase que ahorita mismo estoy pensando. No, mejor que se tome su tiempo, esto hay que decidirlo con calma.

Difícil esto de encontrar epitafio. Además me preocupa no ser el único. Quién hubiera dicho que me encontraría con tanto tarado en mi misma situación, sin haberse despedido como se debe. Con tal que ninguno se quiera pasar de listo y colarse cuando me toque el turno. Como ese calvito que está allá, ese que se queja como perro atropellado, que parece ser (me lo dijo el flaco ese que se pasa de chismoso) que sus últimas palabras fueron “mi vida, ¿eres tú?”, antes de que los ladrones lo mandaran a formar parte de las estadísticas.

Imagínense eso en su lápida.

No te rías. Que la tuya tampoco es que es gloriosa.

Por eso tengo que esperar, ¿cuánto tiempo más se tardará Emilia? Lo que más me preocupa es que según parece, hasta ahora no me hacen ni el réquiem. O sea, ¿a qué espera? No es que me sirva de mucho, pero a este paso jamás van a dejar de recordarme con dolor -cosa harto comprensible- como para querer comunicarse conmigo. Ya llamaron al narco este que había dejado no se qué listado pendiente. Al carnicero ese que nunca le reveló a su socio el contacto con los criadores de caballos. A la vieja esa frufrú que no hizo bien su testamento. Y yo, nada. Mientras tanto, aquí el encargado este que me tiene odio, no hace más que pasar el video del sepelio, incluida la pintada de las letritas que como son medio raras, casi ni se entienden. ¿Me dispararon, oe? Eso dice en mi bóveda. Solo a mí se me ocurre.